
Oct 22, 2025
Por Fernando Campos
El año pasado me tocó vivir en carne propia la inseguridad que hoy preocupa a tantos ticos: sufrí un bajonazo armado en la Ruta 27 mientras me dirigía Los Sueños y el robo de mi vehículo por parte de unos muchachos que, calculo, no pasaban de los veinte años. Más allá del susto y de mis palabrotas de costarriqueñismos verbales por el despojo, aquella noche me dejó una sensación que desde entonces no me ha abandonado: Costa Rica sigue siendo un país estable, pero ya no es el mismo en materia de seguridad. Perdimos parte de aquella tranquilidad nacional con la que me criaron mis padres, de estar libres y seguros.
Es raro entender que los indicadores económicos muestren estabilidad mientras que la seguridad nacional no, secuestrador por la violencia el narco en cualquier estilo. Los números económicos reflejan calma: inflación negativa, tasas históricamente bajas y un colón fuerte. Sin embargo, esa estabilidad no siempre se traduce en confianza social ni en dinamismo empresarial. El país avanza en lo económico, sí, pero con cautela, y cargando además con problemas como el lavado de dinero y el narcotráfico, que poco a poco van deteriorando el tejido social.
Acabo de terminar de leer el Boletín INS Valores de setiembre 2025, que como inversionista suelo seguir de cerca y en el que confío por su enfoque serio. De ese informe rescato varios puntos: la inflación interanual se mantiene en –1 %, el tipo de cambio ronda los ₡504 por dólar y la Tasa de Política Monetaria (TPM) —el costo base del dinero— se ubica en 3,50 %. Es una combinación poco común en nuestra economía: tasas bajas, crédito accesible y una moneda estable. Para las empresas, esto se traduce en financiamiento más barato y un entorno predecible para planificar. Pero la estabilidad también puede convertirse en un espejismo si no viene acompañada de mayor dinamismo productivo y de seguridad ciudadana.
El Banco Central de Costa Rica ha reiterado que la inflación negativa se debe, más que a una caída en la demanda, a la baja en los precios internacionales de alimentos y combustibles. En palabras más simples, los consumidores siguen activos, pero el alivio en los precios viene de afuera. El sector privado, mientras tanto, enfrenta un dilema: aprovechar esta ventana de tasas bajas para invertir o esperar ante la incertidumbre internacional.
Fuera del país, las señales siguen siendo mixtas. La Reserva Federal de Estados Unidos ha bajado la presión, pero mantiene tasas entre 4,75 % y 5 %, lo que todavía encarece el financiamiento internacional. El precio del petróleo se ha movido alrededor de los 80 dólares por barril, mientras que el cobre, un buen termómetro de la actividad industrial mundial, ha caído por la menor demanda en China y su guerra comercial. Todo esto termina impactando a Costa Rica, tanto en los costos de importación como en los márgenes de exportación de las empresas que dependen del comercio exterior.
Las calificaciones de riesgo país reflejan ese balance de Costa Rica .
Moody’s: Ba1 | perspectiva estable. |
S&P Global Ratings: BB+ | perspectiva estable. |
Fitch Ratings: BB | perspectiva estable. |
Estas notas mantienen a Costa Rica por debajo del grado de inversión, pero reconocen avances en la recuperación fiscal y manejo del déficit. En otras palabras, la economía inspira confianza, pero todavía paga una prima de riesgo por su tamaño, estructura y exposición al entorno internacional.
Sin embargo, no toda la estabilidad cambiaria proviene del crecimiento real. El colón fuerte responde a entradas de divisas por inversión extranjera directa, exportaciones de servicios y flujos financieros, mientras sectores tradicionales como el turismo, agricultura y manufactura local muestran signos de agotamiento. En lo que va del año, el turismo ha caído un 2,8 %, según el ICT, y las exportaciones agrícolas se mantienen planas. Esto significa que la abundancia de dólares refleja más los movimientos del capital global que la expansión de la economía doméstica.
En paralelo, varias empresas multinacionales han anunciado ajustes o traslados parciales de operaciones. Intel cerrará su planta de ensamble y prueba en Costa Rica, trasladándola a Asia; Qorvo y Pfizer han hecho recortes en sus divisiones locales. Aunque el país conserva su atractivo en servicios y manufactura avanzada, estos movimientos revelan que los costos logísticos, eléctricos y laborales siguen siendo un actor en contra.
El mercado laboral confirma esa contradicción. El INEC reporta una tasa de desempleo de 7,9 %, la más baja desde 2018, pero el descenso se explica más por empleo informal y menor participación laboral que por expansión formal. Los nuevos puestos provienen, en gran medida, de comercio, servicios personales y turismo, mientras los sectores de alto valor agregado mantienen plantillas estables, no crecientes. La estabilidad macro no está generando más empleo productivo: solo lo sostiene.
Después de todo, uno se da cuenta de que la economía puede estar estable, pero el país no siempre se siente igual. Viví en carne propia lo que significa perder algo y seguir adelante, al ser un ser un país de leyes, lo seguros cubrieron actuando al derecho como debe ser. Costa Rica sigue siendo un país fuerte, pero necesita volver a sentirse seguro, productivo y con oportunidades para todos. Los números ayudan, pero lo que realmente sostiene la confianza son las personas que cada día salen a trabajar, invertir y no rendirse. Esa es la estabilidad que más vale cuidar.
